Vine desbastada, rota de dolor, a punto de tirar la toalla. Yo nunca me había encontrado tan al fondo, pensaba que de ahí ya no iba a poder salir, pero algo dentro de mí, ese hilo que me sujetaba la toalla, fue lo que me animó a probar con este tipo de terapia más novedosa. Me parecía que era la esperanza de poder salir, porque yo quería salir, no quería estar ahí. Ahora soy otra persona, no te voy a decir que soy la misma de antes porque mentiría, soy mejor. En esta etapa he descubierto muchísimas facetas de mí que estaban tan ocultas que ni siquiera sabía que las tenían y otras que estaban tan olvidadas que no las recordaba. Aspectos míos que me han reafirmado ahora y me han devuelto las ganas de vivir . Ha cambiado, no solamente el procesamiento del trauma, sino que ha cambiado profundamente mi filosofía de vida- Creo que el rango de del tratamiento van mucho más allá de lo que es el tratamiento del trauma. Me cuesta trabajo definirlo, a mí me ha devuelto la vida.
El tratamiento
Muy duros los primeros meses. Los primeros días de las primeras sesiones, cuando estaba haciendo la línea de vida fue horrible porque recordar mi vida, reflotar y reflotar problemas hizo que fuera más consciente de que el pozo en el que estaba era aún más profundo de lo que pensaba, pero la necesidad de querer salir de ahí te empuja a no abandonarte. Luego cuando vas tocando las dianas en los primeros días es muy doloroso, pero si tú confías en la terapia, no se trataba de un ejercicio de fe sino darle la oportunidad a lo que estaba haciendo, llega un momento en que es increíble porque es como un interruptor en el cerebro, sientes como un “clic” y de no ver nada a de pronto ves la luz. Decirte “ como no me he dado cuenta de esto hasta este preciso instante”. Era como una especie de descubrimiento. Me ha pasado con todas las dianas (situaciones traumáticas) que hemos tocado. Empezar muy duro , llorar muchísimo, de hablar muchísimo y de pronto en un momento hacer “clic” y de pronto ver la luz . Con esto no quiero decir que al ver la luz tú te encuentres bien, no, no se trata de eso sino que empiezas a ver un montón de cosas que no entiendes por qué antes si estaban ahí no las veías, por más que intentara buscar, por más empeño que le pusiera, más voluntad que tuviera, no las veía.
El tiempo entre sesiones, en casa, era más duro si la diana era más importante. Normalmente afloran muchas emociones, como si todo estuviera a flor de piel. Sales de la sesión bien, como reforzada, como con un chute de oxígeno, pero luego conforme llegas a la rutina de tu casa vuelve la melancolía, la tristeza, la rabia, la irascibilidad, el estrés. Muchas emociones y casi ninguna es la alegría. Estás como en una montaña que empieza a subir, tienes un par de días que se mantiene y luego empieza a trabajar y cuando vuelves a la siguiente sesión estas, no abajo del todo, pero bastante más abajo del pico. En la sesión vuelves otra vez a subir y vuelves a bajar, pero cada vez que vienes el pico que subes es menor. Piensas “ bueno estoy peor de lo que llegué, pero no tan mal como la sesión anterior y así sucesivamente. Es como una ola en la orilla , las crestas van decreciendo hasta que se pierde en la arena
En ningún momento he llegado a pensar “esto no está sirviendo para nada, esto no va a servir para nada más que para sufrir o invertir dinero”, en ningún momento. Siempre he tenido mucha fe en que la terapia iba a funcionar, le di la oportunidad. Desde que empezamos la primera sesión, cuando estábamos con la entrevista, antes de empezar con las dianas, me iba de aquí con una sensación distinta de la que venía… cómo sería el reflejo de mi cara que cuando yo salgo de aquí y me ven la cara y me preguntan “qué tal hoy” y yo digo “he pasado esta diana”, cómo sería mi cara que la persona que he tenido al lado se ha puesto a llorar. Al principio llegaba y no tenía que preguntarte cómo estaba porque ya me veían la cara de haberme hinchado a llorar, de llevar una cara de sufrimiento de tanta experiencia revivida y de tantas cosas. Pero conforme la vas superando esa misma cara te cambia, y la persona que te ve te dice “qué tal “ porque se atreve a preguntarte.
Estado físico
Hace 48 horas estuve comentando con una amiga que hacía años que yo no me encontraba como me encuentro ahora y no es solamente subjetivo, las analíticas de sangre están perfectas y antes salían terroríficas. Tengo las mismas cosas (enfermedades) que antes pero el dolor es mucho menos intenso. Antes no podía vivir sin un tratamiento De hecho tenía el tratamiento con una cantidad de medicación y me lo tuvieron que subir al doble, luego me lo tuvieron que bajar a la mitad por los efectos secundarios y mi vida era un tormento, hasta el punto de plantearme, reflexionar y decir de “¿verdad merece la pena vivir así? “, nunca he hecho nada para autolesionarme, pero sí he reflexionado “yo que tanto aprecio la vida, pero de verdad si esto es vivir, ¿merece la pena? Ahora mismo estoy sin tratamiento desde el 1 de mayo y me encuentro perfectamente, estoy feliz, me encuentro muy bien. No puedo decir lo contrario. Cuando estaba mal, estaba mal y ahora me encuentro muy bien, pero no porque haya terminado la terapia. Ya hace varios meses que me encuentro bien, a los 5 o 6 meses de empezar, empecé a notar mejoría física y en mayo hacía 9 o 10 meses que estábamos haciendo terapia. Desde el día 1 de mayo estoy sin pincharme y he viajado, estado de celebraciones, en el monte, sólo tomo Nolotil por la noche, no necesito más. Así que lo que dure dura, pero yo ahora mismo insisto, tal como le dije a esta persona hace 48 horas “hace mucho tiempo que yo no tenía la calidad de vida que tengo ahora mismo, que disfrutaba de la vida como disfruto”